El proceso de trabajo que nos conduce desde la idea inicial hasta la obra completamente terminada es largo, incluyendo diversas etapas. Durante el proceso deberemos tomar muchas decisiones y el resultado final dependerá, como resulta evidente, de la cantidad de aciertos que seamos capaces de acumular. En el proceso la obra, debería crecer y evolucionar. En ningún caso sería buen síntoma que nuestra obra concluida se pareciera demasiado al boceto inicial, esta misma idea debería guiarnos en toda nuestra trayectoria profesional que idealmente sería de evolución y crecimiento constantes.
Antes de iniciar la parte propiamente de talla en madera, resulta fundamental, según mi método de trabajo, realizar algunas tareas que agrupamos bajo el nombre de trabajos previos. Estos trabajos deben comenzar necesariamente por la búsqueda de información y estudio lo más completo posible sobre el proyecto en el que ya estamos inmersos. Cuanto más sepamos sobre aquello que vamos a realizar, más posibilidades tendremos de realizar un buen trabajo.
Una vez completada esta etapa de estudio inicial deberemos enfrentarnos al temido papel en blanco. Podríamos considerar esta fase como el punto de partida de nuestro proyecto, uno de los momentos fundamentales por los que atravesaremos, conocedores de que todo está por hacer y que todo lo que venga después dependerá de lo que seamos capaces de crear ahora. Iniciar un nuevo proyecto siempre supone una aventura que empezamos con emoción y esperamos culminar con éxito.
Los primeros dibujos deben ser resueltos en pequeño formato, tratando de acercarnos progresivamente a lo que estamos “buscando”. Esa puede ser la palabra que mejor define esta fase inicial. Es un tiempo de búsqueda, pues por lo general llegado este momento ya sabemos lo que queremos hacer, aunque todavía no sabemos cómo hacerlo. Es momento de abrir un “abanico” con distintas variables y posibilidades. De todas esas opciones desplegadas sólo una de ellas progresará, pero todas fueron necesarias para llegar hasta ahí.
Bocetos.
Planteando distintas soluciones en los momentos iniciales del proceso.
La idea por la que finalmente hemos optado, debemos hacerla progresar, con un dibujo mucho más detallado y proporcionado, e idealmente a tamaño natural. En mi método de trabajo, antes de acercarnos a la madera, todo debería estar resuelto sobre el papel.
Estos trabajos previos en determinados casos, en los que la dificultad de la pieza así lo aconseje, deberían ser complementados por una maqueta a pequeña escala, pues nuestros dibujos por muy elaborados que pudieran estar, únicamente nos darían soluciones en dos dimensiones (altura y anchura).
La realización de la maqueta nos posibilitará conocer y resolver problemas que solo aparecen en el volumen.
Maqueta y talla definitiva de la imagen
EL SALVADOR DERROTADO.
Con todos los trabajos previos adecuadamente resueltos, iniciaremos la tarea propiamente de talla, que supone un camino sin retorno, un viaje sólo de ida donde no es posible el regreso. El procedimiento técnico nos llevará a la forma deseada, mediante un proceso continuo de eliminación de la materia sobrante. Este procedimiento llamado de sustracción, está lleno de riesgos, siendo el fundamental el que determina la irreversibilidad del proceso. Este riesgo ha preocupado siempre a lo largo de la historia y se han buscado con intensidad, métodos para controlarlo o minimizarlo al menos. Uno de los más antiguos, y que ha pervivido hasta nuestros días, es el método de trasladar puntos desde un modelo previo, por medio de tres compases. En la actualidad los avances tecnológicos y mecánicos nos facilitan métodos de traslado de puntos mucho más rápidos y precisos. Personalmente sigo prefiriendo el trabajo artesanal, porque posibilita piezas únicas y asumiendo con naturalidad la aventura y el riesgo de la talla directa como parte indisoluble del trabajo.
Las técnicas y las herramientas manuales que utilizamos para la talla, son prácticamente las mismas que se utilizaban hace cientos de años. Este hecho no deja de suponer una auténtica rareza en un mundo en el que todo cambia y evoluciona a gran velocidad, mientras nosotros, en nuestro oficio, parecemos ajenos viviendo a contratiempo en un mundo donde las prisas no tienen cabida.
En la fase inicial de la talla, eliminaremos la mayor cantidad de materia sobrante, nuestros golpes deben ser firmes. Este momento inicial resulta absolutamente clave, ya que todo lo que hagamos después, dependerá de nuestros planteamientos de ahora. Nos ocuparan los grandes volúmenes, los ejes fundamentales, las proporciones entre los distintos elementos. La forma que buscamos aún está lejos, protegida por una importante capa de madera.
Nos acercaremos a la forma de manera progresiva y unitaria, sin priorizar unas partes sobre otras. Todo debe avanzar a la vez. Seguiremos encajando cosas cada vez más pequeñas, eliminando capas de madera cada vez más superficiales, como si peláramos una almendra.
Nuestra forma comenzará a intuirse, protegida cada vez por una capa más fina de madera. En la última etapa del trabajo nos acercaremos al momento de los pequeños detalles, las pequeñas gubias… siguiendo una lógica que nos llevará de lo general a lo particular, de los grandes volúmenes a los pequeños detalles. La consecución de la forma mediante la eliminación de la materia sobrante, nos llevará a imprimir miles de golpes a nuestra gubia, y la irreversibilidad del proceso nos obligará a que todos ellos sean certeros, pues un corte erróneo nos condenaría a tener que desechar la pieza. Durante el proceso de trabajo se plantea una relación muy especial entre el autor y su obra, que acaba con la culminación del trabajo, por lo que resulta siempre complicado decidir cuando llega ese momento. En todo caso debemos saber que las obras nunca se acaban, pero tenemos que darlas por acabadas en algún momento.
Proceso de talla en un tablero