Entre los proyectos importantes en mi trayectoria profesional, la mesa para la imagen de Jesús en su tercera caída, tiene que ser necesariamente el primero a destacar.
El encargo para realizar esta mesa procesional para la Semana Santa de Zamora lo recibí cuando tenía 21 años, justo al terminar mis estudios en Salamanca y con toda la ilusión de quien inicia su vida profesional. Llegó, por tanto, en el momento más oportuno.
Es necesario valorar con justicia lo arriesgado de la “apuesta” por parte de la hermandad, que no realizó su encargo a ninguno de los maestros tallistas ya contrastados de la ciudad y decidió conceder un proyecto muy importante para la hermandad como era la mesa para su imagen titular, a un joven, prometedor en aquel momento, pero sin ninguna experiencia en proyectos de esta responsabilidad.
Finalmente el proyecto se hizo realidad y supuso mi presentación ante las cofradías y en general ante toda la ciudad, teniendo en cuenta la repercusión que tiene todo lo relacionado con la Semana Santa en ella.
En cuanto a su traza, la mesa sigue el planteamiento general de las mesas zamoranas, todas distintas, cada una con su propia “personalidad “ y a su vez con algunas características que las hacen afines, constituyendo en su conjunto uno de los elementos más peculiares y propios de la Semana Santa de Zamora.
La mesa de Jesús en su tercera caída sigue básicamente el planteamiento de las mesas que van llevadas por cargadores dispuestos en tres filas. La distribución más lógica para estos casos es plantear tres tableros calados coincidiendo con la situación de los tres cargadores de la primera fila de manera que se les permita una buena visión del exterior.
La composición resultante será simétrica, con un tablero situado en el centro y uno a cada lado de éste. El tablero central se planteó más pequeño que los dos de los lados para adecuarnos al formato muy cuadrado del anagrama de la hermandad. Los espacios entre tableros se realizarán en relieve sobre tablas macizas para que oculten barras verticales del interior de la estructura.
Del mismo modo, en las esquinas nunca se plantearán tallas caladas, pues resulta necesario ocultar al exterior las patas.La estructura interior y las necesidades de los cargadores condicionarán durante todo el proceso nuestro trabajo. Esta cuestión es básica y conviene aprenderla cuanto antes a la hora de realizar mesas procesionales. En ningún caso podríamos considerar que hemos realizado un buen trabajo si el resultado resulta muy lucido en lo estético, pero incómodo para la carga. En todo momento deberemos supeditar lo ornamental a lo constructivo.
Este trabajo de juventud supuso el primer paso necesario para recorrer un camino que ha sido largo y satisfactorio, aunque en aquel momento aún no lo sabía.