Con carácter previo a la Semana Santa de 2010 fue presentada y bendecida la que es hasta el momento la última de mis mesas procesionales para la Semana Santa de Zamora.
Todas las mesas son únicas y especiales, y la mesa para la Virgen de las Espadas no iba a ser menos. Tiene por encima de otros, tres aspectos muy novedosos en torno a ella:
1.EL DISEÑO. En esta última incorporación al patrimonio de la Real Cofradía se me planteó por primera vez una limitación en el momento inicial del diseño. La directiva de aquel momento quería que su nueva mesa fuera realizada al modo y manera de la de su imagen titular, “Nuestra Madre” una de las que cuentan con mayor devoción popular.
La mesa a imitar había sido dibujada por Antonio Pedrero y tallada por Julián Román “Alito” en madera de nogal. Así que el diseño estuvo basado en la mesa de Nuestra Madre, aunque con algunos elementos diferenciados de la mesa de referencia.
2. LA ESTRUCTURA.También por primera vez se realizó para esta mesa una estructura de aluminio, reemplazando a la madera como el material empleado durante algo más de cien años. Hacia algún tiempo que se planteaba la posibilidad del cambio de material, aunque había reticencias por las dudas que suscitaba y suscita los distintos modos de contracción y dilatación del aluminio y de la madera exterior a la que va unido. La gran ventaja del aluminio viene a ser el menor peso que fue finalmente lo que inclinó la balanza a pesar de las dudas. La creciente queja de los cargadores respecto al peso de los pasos procesionales, hizo el resto.
3. LOS CARGADORES. Otra larguísima tradición que acabó en éste momento fue menos tangible, pero más trascendente: Por primera vez, hombres y mujeres compartían el banzo y por consiguiente la carga, convirtiéndose en la primera (ahora ya no la única) en tener carga mixta.
El impulso de la mujer por alcanzar cotas de igualdad en territorios donde tradicionalmente le resultó complicado, derribaba un muro más, algo tan justo como necesario y de lo que todos deberíamos alegrarnos.